El estrés es la respuesta a cualquier situación o factor que crea un cambio emocional o físico. Y no es una cuestión de sexo ni de edad, sino que cualquiera puede padecer estrés.
En los niños aparece desde edad temprana, por el miedo a separarse de su madre cuando va a la guardería, entre los 2 ó 3 años, o más adelante, a medida que tiene que cumplir con más objetivos, como las exigencias en clase entre los 8 y 10 años. Más adelante, en la adolescencia, el problema se complica con los cambios de esta etapa, y con síntomas más cercanos a los del estrés adulto.
Aunque cierto nivel de estrés es útil -ya que sirve de motivación para afrontar los retos vitales- el exceso de ansiedad puede interferir de un modo excesivo en la vida, las actividades cotidianas e incluso la salud de quien lo padece.
Cuando nos referimos a estrés en la infancia hablamos de el miedo y la ansiedad en los niños, el estrés infantil supone una serie de limitaciones para el desarrollo normal del niño que muchas veces los padres no lo detectan.
En la Infancia el estrés puede ser causado por cambios positivos, como comenzar una nueva actividad, cambio de residencia, de colegio, pero es más comúnmente asociado con cambios negativos como enfermedad, separación de los padres, fallecimiento de alguien del núcleo familiar.
Algunos de los síntomas de estrés infantil son:
a) Niños menores de cinco años: irritabilidad, llantos frecuentes, deseo de estar siempre en brazos de los padres, pesadillas, miedos exagerados a la oscuridad, a los animales o a quedar solos, cambios en el apetito, dificultades en el habla, retroceso a comportamientos infantiles ya superados, como hacerse pipí en su cama o chuparse el dedo.
b) Niños entre cinco a once años: Irritabilidad, agresión, llanto innecesario, necesidad de llamar la atención compitiendo con los hermanos o quejarse de dolores físicos sin estar enfermos.
¿Cómo prevenir el estrés infantil?
Antes que nada hay que entender que los padres precisan velar por evitar su propio estrés, para poder presentarse como modelos para sus hijos. Si este objetivo no se alcanza, los padres continuaran con un estado de mucha ansiedad y sus hijos tendrán la tendencia de repetir los mismos patrones de comportamiento de sus padres.
Los padres pueden ser fundamentales en la prevención del estrés infantil teniendo actitudes positivas que deben incluir:
- la paciencia
- el placer
- la alegría de estar con los hijos
- la aceptación
- la forma simple y realista de enfrentar los desafíos cotidianos, pudiendo colaborar con sus hijos a resolver los problemas
- desarrollar su autoestima.
- escuchar a los hijos, evitando sobrecargarlos con actividades extracurriculares, otorgándoles la oportunidad de opinar acerca de las actividades que sean de su agrado.
Es importante también respetar el “ritmo del niño”, evitando hacer comparaciones con los hermanos que tienen “otro ritmo” tanto en los actos cotidianos (comer, dormir, relación con amistades, práctica de deportes, etc) como en la capacidad en las destrezas y habilidades para el aprendizaje de diversas disciplinas.
Espero que te haya gustado.
Si quieres más información acerca el Estrés Infantil, puedes leer el fantástico artículo de RTVE Noticias en el que hemos colaborado.
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